miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los Límites

Muchas veces me pregunto porque en estos tiempos nos resulta tan difícil poner limites a nuestros hijos, mientras unos años atrás, nuestros padres y abuelos parecían no tener demasiada complicación con este tema: “Al pan pan y al vino vino”, dicho raro si los hay.
Desde la PSICOLOGIA se ha escrito mucho sobre el comportamiento de los niños, basta con hacer un recorrido por la bibliografía al respecto para darse cuenta de la infinidad de teorías y propuestas al respecto.
Pero cada niño, cada madre, cada situación, es única, no importa si nos resulta el "duermete niño" o si lo dormimos en la cama con nosotros, porque en definitiva, cada una establece el vínculo que puede y quiere con su hijo.
Lo que resulta imprescindible es poder sostener con autoridad aquello que queremos transmitir, no es negociable, un límite es justamente el punto donde la decisión es lineal, y es nuestra. Debemos ser firmes y mostrarnos seguros.
Soportar los berrinches, los llantos, no doblegar frente a las exageradas reacciones de los niños, es la tarea que mas cuesta y frente a la que más cedemos los padres. Por una extraña razón de la época, no tenemos la suficiente tolerancia a la frustración ajena (menos a la propia) y creemos que le estamos haciendo un mal, cuando es justamente todo lo contrario. Si estamos convencidos de algo, y queremos sostenerlo, no podemos dejar que la culpa le gane a la razón.
Hablar de los límites desde su contenido, seria más subjetivo y particular de cada familia, por eso me refiero a la forma, a lo general de poder poner en práctica algo tan imprescindible a la hora de educar como son los límites.
Podríamos pensar en algunos ítems fundamentales a la hora de los límites:
·        estar seguros de lo que queremos trasmitir
·        soportar la angustia del niño
·        no confundir autoridad con autoritarismo
·        Predicar con el ejemplo

Este último ítem suele ser tan cliché como real, creo que es importante tener muy presente que el ejemplo suele ser la trasmisión más eficiente que los padres, tíos, abuelos, amigos y cualquier persona significante puede darle a los niños.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Lo mejor que nos pasó en la vida (?) Parte 2


Conste que este escrito le precede a un acontecimiento de la vida cotidiana que es así: Hace un mes programé un encuentro en mi casa con gente querida que hace mucho no veía, y cuando llega el día, mi hija mayor amanece con fiebre, por supuesto, como muchos tienen chicos, SUSPENDI, al día siguiente la nena estaba esplendida!!!!
        
         La idea de escribir sobre los hijos surge a partir de la experiencia propia pero también  de la clínica, muchas pacientes cuentan con mucha angustia episodios con sus hijos en las que se ven sobrepasadas, superadas, postergadas. Y les cuesta mucho admitir estos sentimientos sin sentir culpa o pensar que por ello son malas madres.
         Es muy importante  poder compartir estas experiencias y entender que estas emociones son propias de cualquier aprendizaje, y a ser mama se aprende.  Y cada vez que uno asimila, incorpora cosas nuevas, también debe acomodarse (muy piagetiano), y todos los cambios vienen con una dosis de angustia. Entrar en el mundo de la crianza es un gran cambio, cambian las prioridades, cambian los horarios, cambian las rutinas, cambia la perspectiva del mundo que te rodea. Y todo esto conlleva un poco de dolor, pero también mucha Felicidad, y así como nos gusta contar los logros que nos llenan de satisfacción, también debemos hablar de lo que nos angustia, y eso no nos hace peores madres, nos hace mas verdaderas.
         No todas sufren lo mismo, ni postergan igual, cada una establece un vínculo particular. Pero en general las angustias en mayor o menor medida aparecen.
         Pero también aparece la profunda convicción de que SON LO MEJOR QUE NOS PASO EN LA VIDA.  “Que nos llenan de orgullo, que nos devuelven el niño que llevamos dentro, que son la síntesis perfecta del amor con nuestra pareja, que es un afecto inconmensurable e incomparable”, entre otras muchas cosas, que puedo citar desde el diván.
                No idealizar suele ser una buena receta para vivir con menos frustraciones, y la maternidad es un lugar de mucha idealización, lo cual nos hace caer en estas tremendas sensaciones de que si no estoy enteramente feliz no soy lo suficientemente buena: pero la  GRAN NOTICIA es que lo mejor que les puede pasar a nuestros hijos es no colmarnos nuestra existencia, sino dejar siempre un espacio, un agujero, que nos permita seguir deseando y proyectando nuestras vidas.